Corazón Valiente
CORAZÓN VALIENTE
Por Ernesto Parga Limón
“Como flechas en manos de un guerrero
así son los hijos nacidos en la juventud”. Salmo 127:4
“Tus hijos no son tus hijos,
Son hijos e hijas de la vida deseosa de sí misma”
Así comienza un célebre poema de Yalil Gibrán Yalil que mueve necesariamente a la reflexión a todo padre, ya que lo sitúa justo en el centro de su lucha interna cotidiana; el deseo casi impulsivo de proteger a sus hijos y la necesidad desinteresada de darles alas para el alto cielo de su libertad; de su vida propia.
En esa pugna el padre busca respuestas a sus dudas, a sus miedos, e intenta ser responsable en su labor de educador para la vida. Pero qué es la vida sino futuro inasible, arcano inexpugnable en el presente. Todos somos, de cierta manera, funambulistas con los ojos cubiertos en la cuerda floja del destino.
Y con todo; ¡oh paradoja del amor!, no solo hay que dejarlos ir, hay que impulsarlos a navegar, a buscar el arcoíris en la curva de su vida que se pierde por ahora en la distancia.
“No vienen de ti, sino a través de ti, y aunque estén contigo, no te pertenecen.
Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos. Pues ellos tienen sus propios pensamientos.”
De nuevo tiene razón Gibrán. El secreto no está en que lean el libro que tú lees, sino en que les muestres el gozo de leer, no está en que vivan la vida como tú, sino en que amen, como tú, la vida y el “milagro de cada amanecer y la suerte que han tenido de nacer”; tal como canta el poeta popular.
Corazón Valiente, “tomó sus cosas y se puso a navegar”, allende la mar inmensa, allende sus sueños aún más inmensos, como todo navegante va al encuentro de la ignota tierra que le llama. Es la vida y esa es su ley.
Corazón Valiente quiere beber de la fuente misma de Unamuno, de Vitoria y de Fray Luis: me gusta estudiar – me dice – y no tengo miedo. Su corazón es navegante que late al ritmo de las olas en el inmenso y majestuoso mar de las letras hispánicas.
Es mi niña, es pequeña y es gigante, es mi hija y sus ganas de vivir son como un renuevo en mi existencia, un brote nuevo que afirma mis ganas de seguir. Es Corazón Valiente, es gigante y es pequeña.
“Puedes hospedar sus cuerpos, pero no sus almas, porque ellas viven en la casa del mañana, que no puedes visitar ni siquiera en sueños”
Sí, ni en sueños se descorre el misterio que te revele el futuro de tus hijos, no te es dado preguntarte; ¿qué será de ellos?
Tu misión es otra, es ciega y es callada y por ello más sublime. Es la del artífice que construye la barca sin saber en qué mar será botada Él solo piensa en la valía del empeñoso remero que la usará para atravesar los mares en que su vida será puesta a prueba, por eso su barca debe ser sólida e inquebrantable y en ello pone todo su empeño.
Así el artesano forja golpe a golpe la copa, sin intentar adivinar cuál es el líquido que va a contener, pero seguro está, que alguien mañana podrá encontrar remanso en medio de sus problemas bebiendo en esa copa fruto de sus largas horas de trabajo.
O el Luthier que ignora la mano que imprimirá ritmo y melodía a la guitarra que ahora esculpe y que alguno pulsará para dar voz a la tristeza, a la pasión, pero también a la esperanza que nace del amor genuino.
Artesano, Luthier, constructor de barcas o padre de familia, la tarea es la misma, es esfuerzo para otros, es vida que se gasta en otros. No eres la flecha que rompe el cielo, eres, padre, solo el arco que se tensa generoso.
“Tú eres el arco del cual tus hijos, como flechas vivas, son lanzados
Deja que la inclinación en tu mano de arquero sea hacia la felicidad”
Ojalá seamos los tuyos, para ti, Corazón Valiente, la copa que reciba nuestro amor, la barca segura que te lleva a tu destino, y la guitarra con que cantes alto y fuerte tu enorme gusto por la vida.
Tú allá, edificando tu casa del mañana, y acá tu madre fuerte y yo , musitamos una oración que te ilumine siempre, nuestra niña hermosa.